Disociación: cuando la mente se desconecta para sobrevivir

¿Qué es la disociación?

La palabra disociación puede sonar extraña, pero todos la hemos vivido alguna vez. Significa que la mente se desconecta de lo que está ocurriendo, ya sea del entorno, de los propios pensamientos o de las emociones.

No siempre es algo negativo: a veces es un mecanismo natural que el cerebro utiliza para ahorrar energía o multitarea. Por ejemplo, cuando conduces un trayecto habitual y de pronto piensas: “¡Ya estoy aquí y no recuerdo el camino!”. O cuando estás escuchando música y te pierdes en tus pensamientos. Eso es disociar en modo piloto automático.

El problema aparece cuando esta desconexión deja de ser puntual y se convierte en algo habitual, apareciendo una y otra vez. En esos casos, la disociación ya no solo protege del dolor, sino que empieza a impedir vivir el presente con plenitud. Puede hacer que la persona se bloquee, que se desconecte de lo que está ocurriendo en una situación importante o incluso que tome decisiones equivocadas al no poder estar conectada con lo que siente ni con lo que realmente necesita.

¿Cómo se experimenta?

La disociación puede sentirse de maneras muy distintas:

  • Desrealización: como si lo que ocurre alrededor fuera irreal, como si el mundo estuviera detrás de un cristal o como si lo que estás viviendo fuera una película en la que no eres protagonista.
  • Despersonalización: es sentirse desconectado de uno mismo o del propio cuerpo. Puede vivirse como observarse desde fuera, o como mirarse al espejo y pensar “ese no soy yo”.
  • Quedarte en blanco, sin saber qué ha pasado en un período de tiempo (amnesia disociativa).
  • Vivir en piloto automático, sin registrar del todo lo que haces.
  • Sentir que dentro de ti hay “partes” diferentes que piensan, sienten o recuerdan de manera distinta (disociación estructural, común en trauma complejo).

¿Por qué ocurre?

La disociación suele aparecer cuando vivimos algo tan doloroso o abrumador que nuestro sistema nervioso no puede manejarlo. En lugar de sentirlo, la mente “se va” para protegernos.

Si esto sucede durante la infancia, el cerebro de un niño tiene más facilidad para separar lo insoportable de la conciencia. Puede darse en:

  • Situaciones de abuso emocional, físico o sexual.
  • Negligencia o abandono, cuando no hubo un adulto que ayudara a calmar y dar seguridad.
  • Traumas únicos como accidentes, guerras o catástrofes.
  • Experiencias repetitivas de invalidación, crítica o miedo, que enseñan a la mente a desconectarse como forma de supervivencia.

👉 En palabras sencillas: cuando no podías escapar ni defenderte, tu mente encontró otra salida: irse.

Tipos de disociación

La disociación está en un continuo, desde lo cotidiano hasta lo clínico:

  • Disociación leve o normal: soñar despierto, conducir en piloto automático. Esto es algo que todos podemos experimentar en nuestro día a día.
  • Desrealización y despersonalización: sentir que el mundo o uno mismo no son reales.
  • Amnesia disociativa: perder recuerdos ligados a situaciones dolorosas.
  • Disociación estructural: partes internas que guardan emociones o recuerdos separados, común en trauma complejo.

¿Cómo comenzar a integrar?

La buena noticia es que la disociación no tiene por qué ser permanente. Con terapia, es La buena noticia es que la disociación no tiene por qué ser permanente. Con terapia, es posible integrar lo que quedó separado y recuperar la sensación de estar presente.

La investigación muestra que crear seguridad interna, aprender a detectar las señales de desconexión y usar técnicas de regulación son pasos que ayudan de forma significativa a reducir la disociación y mejorar la calidad de vida.

Un recurso muy valioso en este sentido es el libro Tener los pies en la tierra (título original en inglés Finding Solid Ground, de Lanius, Paulsen & Corrigan, 2023), que ya está disponible en dos versiones: un manual teórico–práctico para pacientes y terapeutas, y un workbook o cuaderno de ejercicios pensado para aplicar de manera sencilla y guiada las prácticas propuestas. Ambos textos explican cómo abordar la disociación con herramientas que van desde el grounding (enraizamiento) hasta estrategias para fortalecer la conexión con el cuerpo y con el presente, favoreciendo que la persona recupere anclajes sólidos en su vida cotidiana.

Además, la psiquiatra Ruth Lanius ha mostrado mediante estudios de neuroimagen que la integración de la disociación implica reactivar áreas cerebrales vinculadas a la autoconciencia y la regulación emocional. La teoría de la disociación estructural de Onno van der Hart, Ellert Nijenhuis y Kathy Steele subraya la importancia de dar voz y lugar a las distintas partes internas como camino hacia la integración. Y la psiquiatra Anabel González recuerda que trabajar con la disociación requiere siempre fortalecer la seguridad primero, para después poder procesar los recuerdos traumáticos desde un lugar de mayor estabilidad.

La evidencia clínica confirma que, cuando se aplican estas estrategias de forma consistente y acompañadas en un proceso terapéutico, la persona no solo logra volver al presente con mayor facilidad, sino que también comienza a sentirse más integrada y conectada consigo misma, reduciendo los episodios de desconexión y aumentando la capacidad para afrontar la vida con confianza y plenitud.

Mi mirada como psicóloga

En consulta, muchas personas llegan diciendo: “Me siento rara, como si no fuera yo, como si estuviera viendo la vida desde fuera”. Les recuerdo algo fundamental: la disociación no es un defecto, es una huella de tu capacidad de supervivencia. Fue lo que tu mente y tu cuerpo hicieron para protegerte cuando no había otra salida.

He visto a pacientes que pasaban horas desconectados de sí mismos empezar a volver al presente, poco a poco, con seguridad. He acompañado a personas que no recordaban fragmentos de su historia y que, con el tiempo, han podido hilar su relato con menos miedo y más compasión.

Para mí, trabajar con la disociación es como ayudar a reconstruir un puente: unir las orillas separadas de la experiencia para que la persona pueda sentirse completa otra vez. Pasar de sobrevivir a vivir.

Basado en…

  • Lanius, R., Paulsen, S., & Corrigan, F. (2023). Tener los pies en la tierra. Cómo superar los obstáculos del programa Finding my solid ground. Manual teórico–práctico.. Explica de manera clara qué es la disociación y ofrece un marco para comprender cómo trabajarla en terapia desde un enfoque basado en la seguridad, la regulación y la integración.
  • Lanius, R., Paulsen, S., & Corrigan, F. (2023). Tener los pies en la tierra. Libro del trabajo del programa. Incluye ejercicios prácticos de grounding, conexión corporal y estrategias paso a paso para reducir la disociación y favorecer la integración.
  • van der Kolk, B. (2015). El cuerpo lleva la cuenta: Cerebro, mente y cuerpo en la superación del trauma. Editorial Eleftheria. Una obra de referencia sobre cómo el trauma queda registrado en el cuerpo y cómo puede liberarse a través de terapias basadas en evidencia.
  • van der Hart, O., Nijenhuis, E., & Steele, K. (2006). The Haunted Self: Structural Dissociation and the Treatment of Chronic Traumatization. Norton. Presenta la teoría de la disociación estructural, clave para comprender cómo se fragmenta la identidad en el trauma complejo.
  • González, A. (2021). No soy yo. Entendiendo el trauma complejo, el apego y la disociación. Editorial Planeta. Un libro cercano y claro que ayuda a pacientes y familias a comprender la disociación y cómo trabajarla en el contexto del trauma.
  • Steinberg, M. (1994). Structured Clinical Interview for DSM Dissociative Disorders (SCID-D). Instrumento clínico de referencia en la evaluación de la disociación.

 

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